El lenguaje en los deportes: Reflexiones sobre disciplina, educación, el impacto del sexismo y la crianza de hijos varones
- Malvaliz Santana PhD.

- 6 oct 2024
- 3 Min. de lectura

El deporte es una de las principales plataformas sociales donde se forjan valores como la disciplina, el trabajo en equipo y el respeto. Sin embargo, es también un espacio donde se reproducen ciertas narrativas que pueden perpetuar estereotipos dañinos, en especial a través del lenguaje. Entre estas narrativas, los comentarios sexistas, que a menudo están relacionados con la diferencia de género y la ejecución, son para mí de particular preocupación. Constantemente me he observado en la situación de tener que "tolerar" estos comentarios. Pero para mi sorpresa, parecer ser que soy la única que "ríe con las muelas de atrás".
El sexismo en el lenguaje deportivo no solo se limita a la comparación entre hombres y mujeres, sino también a la forma en que se habla de los propios varones. Comentarios como "corres como una niña" o "pareces débil" asocian la feminidad con inferioridad, enviando el mensaje de que lo "femenino" es menos valioso. Esta narrativa afecta profundamente la percepción de los niños y jóvenes varones, condicionando su forma de entender el valor propio y ajeno. Se les enseña que deben cumplir con ciertos ideales de fuerza y agresividad, excluyendo la vulnerabilidad o la empatía como características deseables. Y sobre todo, se les lleva un mensaje sutil e implícito de que las féminas poseen menor valor.
Este tipo de lenguaje no solo refuerza los roles de género tradicionales, sino que limita la forma en que los varones pueden expresarse y relacionarse con el mundo. Además, alimenta una cultura donde las emociones se reprimen y la masculinidad tóxica puede florecer. Los varones que no se alinean con estas expectativas suelen ser ridiculizados, lo que afecta su bienestar emocional y su desarrollo personal.
La pregunta es: ¿cuán conscientes somos de los patrones sexistas que arrastramos en nuestro lenguaje cotidiano, incluso en contextos tan formativos como el deporte? Con demasiada frecuencia, perpetuamos estos estereotipos sin darnos cuenta de su impacto a largo plazo.
Es fundamental que reflexionemos sobre cómo utilizamos el lenguaje en los deportes. ¿Estamos promoviendo la igualdad, la inclusión y el respeto? ¿O seguimos transmitiendo mensajes que refuerzan una visión limitada y dañina de lo que significa ser "hombre" o "mujer"? Al reconocer y cambiar estos patrones de comunicación, podemos contribuir a una cultura deportiva más saludable, donde todos, independientemente de su género, puedan crecer y desarrollarse plenamente.
Como madres de hijos varones, tenemos una gran responsabilidad y oportunidad en la manera en que influimos sobre ellos, especialmente en cuanto al lenguaje y las actitudes que adoptan. El lenguaje que usamos en el hogar y en nuestras interacciones cotidianas modela cómo nuestros hijos perciben el mundo, las relaciones interpersonales y, por supuesto, su identidad masculina.
Es fundamental ser conscientes de los comentarios que hacemos sobre el género, ya que muchas veces, de manera involuntaria, podemos perpetuar ideas sexistas. Frases como “los hombres no lloran” o “tienes que ser fuerte como un hombre” no solo limitan su expresión emocional, sino que también les envían el mensaje de que ciertas emociones o comportamientos son inapropiados para ellos. Esto contribuye a que nuestros hijos crezcan sintiendo la presión de cumplir con un ideal de masculinidad que puede ser tóxico y dañino.
Como madres, podemos influir positivamente en nuestros hijos fomentando un lenguaje inclusivo y respetuoso. Al reconocer y celebrar todas las facetas de su personalidad —tanto su fortaleza como su sensibilidad— les damos el permiso de ser quienes son sin temor a ser juzgados. Debemos abrir conversaciones sobre el respeto hacia las mujeres y hacia otros hombres que no se ajustan a los estereotipos tradicionales. Al hacerlo, no solo los estamos ayudando a desarrollarse emocionalmente de manera saludable, sino también a ser futuros hombres que promuevan una cultura de igualdad y respeto.
Al final del día, el cambio comienza en casa. Nuestro ejemplo, nuestras palabras y nuestras actitudes hacia el género tienen un impacto duradero en la manera en que nuestros hijos ven el mundo y se relacionan con él.



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